viernes, enero 07, 2005

Lo que va de Christopher McCandless a Alex Supertram

Hacia rutas salvajes
Jon Krakauer
Ediciones B, S.A.
1998
321 pp.
Título original: Into the wild
Hacia rutas salvajes es la reconstrucción de los últimos dos años de vida de Chris McCandles, un joven de 24 años quien tras graduarse en 1990 de la Universidad Emory de Atlanta y donar a Oxfam los US$24000 que tenía para estudiar derecho, decidió renunciar a todas las comodidades de la vida moderna y emprender un periplo que lo llevaría al monte McKinley, en Alaska, donde encontraría la muerte.
El libro surge como prolongación de un artículo escrito por Krakauer en 1992, a petición de la revista Outside, sobre el mismo tema. Los antecedentes y las circunstancias de la muerte de McCandless cautivaron tanto a Krakauer que decidió realizar una investigación más profunda, fruto de la cual es este libro.
La atracción de Krakauer por la vida de McCandless no es gratuita pues él mismo, como alpinista, se ha encontrado en situaciones similares a las vividas por el joven donde ha enfrentado la muerte. Por tanto, la narración sobre la vida de McCandless, se adivina, fue una forma de Krakauer para contar sobre su propia vida -lo cual, de hecho hace-, y acercarse, a través de la vida de alguien más, a sus propias ansiedades y deseos.
El libro, de principio a fin, es atrayente y lo es por su misma estructura: el escritor no oculta al lector el desenlace de la trágica historia de McCandless sino, por el contrario, se la entrega en las primeras páginas: el cuerpo sin vida de un joven autostopista fue encontrado por tres cazadores de alces dentro del cascarón de un viejo bus abandonado en mitad del monte McKinley. Después de varias averiguaciones entre la policía de los estados cercanos y, sobre todo, gracias a las comunicaciones enviadas por varias personas que cruzaron su camino con el de McCandless, se descubre la identidad del cuerpo encontrado.
¿Qué entonces mantiene al lector atado a las páginas de este libro? Justamente son las razones y las circunstancias que llevaron ese cuerpo a ese lugar. Krakauer en un ingenioso juego narrativo da constantes saltos hacia el pasado remoto y al inmediato para resolver este enigma.
El periplo de Alex-Chris tuvo lugar en especial en el oeste estadounidense. Su derrotero estuvo marcado por las circunstancias del momento: sin planes, sin plazos, sin consideración a los posibles obstáculos. Chris navegó por aguas abajo del río Colorado hasta el Golfo de California de la misma forma abierta, desapegada pero apasionada que arribó y permaneció en Bullhead City, una menos que ciudad donde se empleó preparando hamburguesas en un McDonald’s.
En este recorrido Alexander Supertramp -homónimo adoptado por McCandless tras abandonar su hogar- hace varios amigos: dos “vagabundos motorizados”, Jan y Bob, con quienes se desplaza por algún tiempo; Wayne Westberg con quien trabajó como parte de su grupo de trabajadores que se desplazaban según el tiempo de la cosecha; Ronald Franz, un viejo veterano de guerra quien había perdido a su esposa e hijo en un accidente automovilístico; Gaylord Stuckey, el camionero que lo llevó desde Liard River, en Canadá, hasta Faibanks, en Alaska, y Jim Gallien, electricista y última persona que lo vio con vida. Es a través de ellos que Krakauer dibuja el perfil del joven. En general, lo describen como un joven culto, inteligente, afable, radical en sus posiciones éticas frente a la vida y decidido a buscar en la naturaleza los caminos hacia su propio interior.
Para entender la vida de Chris McCandless-Alex Supertram, Krakauer hace un gran paréntesis para relatar la vida de otras personas con historias similares entre los que se destaca Gene Rosellini, antropólogo, historiador, filósofo y lingüista, quien también decidió abandonar las comodidades de la vida moderna con el fin de probar su teoría sobre la imposibilidad del ser humano de vivir sin éstas; John Mallon Waterman, uno de los más reputados alpinistas de E.U hacia 1973, y quien tenía una relación conflictiva con su padre. Ambos escogieron a Alaska como el escenario de sus retos. Ambos perecieron allá. También habla de Everett Rues –quizá el personaje más parecido a Chris- cuya afición por la vida silvestre e improvisada (el texto cita las palabras de alguien que lo definía como “un romántico inmaduro, un esteta adolescente, un nómada atávico”) lo llevó a la Garganta de Davis donde desapareció y nunca se volvió a saber de él. Krakauer cierra el paréntesis con el relato su propia experiencia cuando a la edad de 23 años decidió escalar el Pulgar del Diablo, también en Alaska. Su relato sobre cómo, a pesar de las circunstancias adversas, mantenía la firme voluntad de acometer su propósito sirve como posible reflejo de lo que Chris tal vez pensó y permite entender por qué la terquedad en lograr su objetivo.
El retrato del joven lo completa la trascripción de las citas subrayadas por Chris en los libros que encontraron junto a su cuerpo:

“Quería movimiento, no una experiencia sosegada. Quería emoción y peligro, así como la oportunidad de sacrificarme por amor. Me sentía henchido de tanta energía que no podía canalizarla a través de la vida tranquila que llevábamos."
León Tolstoi, Felicidad familiar.

“Más que el amor, el dinero o la fama, deseo la verdad. Me senté a una mesa donde había manjares exquisitos y vino en abundancia, rodeado de comensales obsequiosos, pero carente de verdad y sinceridad. Me alejé de esa mesa inhóspita sintiendo todavía hambre. La hospitalidad era tan fría como el hielo.”
Henry David Thoreau. Walden o la vida en los bosques.

“La poderosa bestia primitiva se hacía fuerte en el interior de Buck, bajo las terribles condiciones de vida de la traílla del trineo, no dejaba de crecer. Pero crecía en secreto, pues su recién adquirida astucia le proporcionaba equilibrio y control de sí mismo.”
Jack London. La llamada de la selva.

El 28 de abril de 1992 Jim Gallien dejó a Chris McCandless en las inmediaciones del Parque Nacional del Denali, en un punto de la Senda de la Estampida, la ruta que tomó para internarse en el Monte McKinley. Lo que sucedió desde entonces es materia de los últimos capítulos del libro. Basado en los textos escritos en las paredes del bus donde permaneció durante los meses siguientes, las notas al margen en los libros que llevó para leer y una especie de diario escrito en las páginas blancas de una guía de campo de plantas comestibles que había comprado, Krakauer describe los últimos días.
Al parecer el 3 de julio decidió abandonar su vida de ermitaño y volver a la civilización. Desafortunadamente las circunstancias ambientales que le habían permitido ingresar, ahora le impedían salir. Era verano y el deshielo había convertido los arroyos congelados en caudalosos ríos infranqueables. Pero Chris no se aminaló ante la situación. Regresó al bus y decidió esperar. Los días siguientes decidieron su suerte.

Según Krakauer, Chris hubiera podido sobrevivir –no era el ingenuo e irresponsable joven que algunos decían- de no ser porque cometió algunos errores: primero, al parecer consumió unas semillas que le hicieron vomitar, lo cual, en el estado de debilitamiento en el que se encontraba tras dos meses de mala alimentación, lo dejó en muy mal estado; segundo, aunque Chris había escogido la Senda de la Estampida como lugar de retiro, alejado de cualquier forma de presencia humana, en realidad, el lugar se encontraba muy cerca de lugares, si no habitados, al menos sí dispuestos para recibir a caminantes y cazadores. Sin embargo, por no contar con un mapa del área, Chris ignoraba esto y no pudo dirigirse en la dirección correcta a buscar ayuda.
Sin embargo, no se pueden llamar errores a situaciones como las mencionadas porque, de un lado, a pesar de que consultaba la guía para saber qué plantas debía o no consumir, una omisión en ella no le advirtió sobre la peligrosidad de las semillas; y, segundo, llevar un mapa consigo iba en contra de lo que se proponía.
Chris McCandless murió, según los indicios, alrededor del 18 de agosto de 1992. Días antes había escrito una nota de socorro en caso de que alguien llegara al bus y no lo encontrara. Nadie arribó. Al sentir cerca la muerte, dejó otra nota: “He tenido una vida feliz y doy gracias al señor. Adiós y que Dios los bendiga”.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

concuerdo con tigo es un gran libro
tengo k decir, que lo compre como regalo para mi hermano y al ver k mi hermano no sali un par de noche (y eso k el sale bastante)me llamo la atencion y lo agarre y no pude aguantar la tentacion de buscar por internet algo sobre el libro.
y me encontre con esto y me doy cuenta k a muchos marco muy fuerte la historia de chris.
ya me despido cuidate y espero k salga con otro libro
ya k te tendre como referencia. chao desde arica

Tamara Andrea Peña Porras dijo...

Me alegra encontrar a alguien que también ha leído el libro y, sobre todo, que le gustó. A veces, con cierta vergüenza inconfesa, pienso en Chris y lo admiro por simplemente haber salido a hacer realidad sus deseos. Me gustaría hacer lo mismo... algún día.

Anónimo dijo...

me parece un buen libro y un buen trabajo de jon krakauer.ahora ya ha salido la pelicula dirigida por sean penn.la adaptacion al libro diria q es casi perfecta.por otra parte la historia de cris mccandless creo que es de admirar.eso mismo es lo que lleva dentro mucha gente.yo al menos si dsd joven y creo q no se apagaran nunca esas ganas de viajar sin saber nada d mañana.siempre me e imaginado viviendo asi pero alex supertramp lo hacia sin dudar.me parece una lastima su perdida pero lo hizo cmo el queria.me gustaria mas informacion de esta historia pero apenas encuentro a parte del libro la pelicula y algun articulo.hacerme saber de cualkier cosa.
Hasta prontoo!!

Anónimo dijo...

Excelente prolegómeno

Anónimo dijo...

¡Hola! Estupendo artículo. Yo confieso no haber comprado el libro todavía, y me acabo de enterar de la historia de Chris por la película de Sean Penn. Resulta que ayer tuve un día terrible en el trabajo, y para pensar en otra cosa quise ver una película antes de dormir. Fui a la tienda de dvds y escogí “Into the Wild” por la banda sonora de Eddie Vedder. Ya imaginarán el resto, la aventura espiritual de este muchacho me conmovió y me hizo olvidar mucho de lo malo que me había sucedido. Buscaré el libro. ¡Gracias por la información!

si dijo...

tengo 53 años,medico de profesion, me encanto la pelicula ,quiero leer el libro y me gustaria,tirarlo todo y recorrer latinoamerica,se las recomiendo
Dr. Job Lopez Argueta
Guatemala

Anónimo dijo...

hola! ayer vi la pelicula y pienso comprarme el libro,chris hizo algo con lo que todos soñamos y casi ninguno llegaremos ni a acariciar,lo admiro.agarremos nuestros sueños antes de que desaparescan!.

ingelmo dijo...

Acabo de terminar el libro y lo cierto es que la historia de Chris McCandless te engancha de principio a fin.

He dejado un artículo en mi blog.

Sin lugar a dudas, un libro muy recomendable.

Anónimo dijo...

me gusto mucho la pelicula la verdad es que llore muco en el final...deja mucho que pensar y el mensaje es bonito
"la felicidad solo es vardadera cuando es compartida"

Anónimo dijo...

manuel
me gusto mucho la pelicula ,y creo que cometio un error.
el cual se dio cuenta cuando dijo.
"la felicidad es verdadera cuando es compartida"

Anónimo dijo...

de verdad no pude aguantar me dio ganas de llorar por que el hiso lo que deseaba buena pelicula...me encantaria leer el libro de krakauer y chris queda dentro de nosotros para siempre...

Motion designer dijo...

La verdad es una buena historia, me ha inspirado y sobre todo me recuerda el lema de mi Universidad, hombres y mujeres para los demás, Chris se dio cuenta que los seres humanos somos nuestros propios enemigos.

Saludos

Café Sideral dijo...

mejor que el dinero, la fama, el confort... denme verdad!