martes, febrero 03, 2004

Rebelde

Todo lo que ha pasado en el DAACD en estos días me ha confrontado. La mayoría de veces uno simplemente ES, sin mayores reflexiones, simplemente es un acto que ocurre sin que nos demos cuenta: SOMOS: saludamos, miramos, hablamos, decimos, hacemos, pensamos de una forma única y sin igual. Situaciones como la que estoy viviendo, a cambio, lo hacen a uno fijarse en qué, de qué está hecho uno. ¿De qué estoy hecha yo?

De pequeña, cuando sostenía discusiones con mi papá, en algunas ocasiones él terminaba diciéndome que yo me iba a estrellar contra el mundo por mi forma de ser y pensar. Yo le contestaba que si sucedía, iba a ser mi problema, porque, desde algún lugar de mi arrogancia y soberbia sentía que mi posición era correcta. Bien, me estoy estrellando con el mundo, me vengo estrellando con el mundo y aún así, siento que mi posición es la correcta.

Pienso, a veces, si estoy equivocada al pensar como pienso. Me pregunto, si la alternativa fuera ceder, claudicar y dejarme llevar por la corriente, dejar que pasen las cosas, si haciendo eso, sería feliz. No me creo una persona feliz. Me siento una persona llena de algunas satisfacciones y de algunas decepciones, pero no podría decir que soy feliz. De hecho, no creo que exista tal estado. Y sin embargo, creo, estoy casi segura que al claudicar, entonces sería aún menos feliz. De alguna forma, mi tranquilidad conmigo misma surge del hecho de ser fiel a mí misma, así me cueste ello en ocasiones.

Creo en muchas cosas, aunque la mayoría piense que no creo en nada. No. Mis creencias no son heredadas. Las he ido construyendo con el tiempo, a punta de asombros, de descubrimientos, de golpes, de confirmaciones, de decepciones, de realidades, de insistencias. Por eso mi creencias son para mí absolutamente valiosas y por eso creo, pienso, pensaba que así sería para todas las personas. Yo creo y creer es lo que me ha mantenido aquí.

Ayer vi Bowling for Columbine, además de que la película merece una reseña sola para ella misma, solo quiero traer a colación en este momento una frase de ella: Being a teenager, sucks. Y sí, apesta, apesta porque uno está lleno de inseguridades, la identidad de uno está en todas partes y en ninguna, y uno está en todas partes menos en sí mismo. Superar ese tiempo, superar todos los días, me ha ayudado a construir certidumbres, certezas que quizás solo tienen valor para mí. Y eso es lo importante, que solo tienen valor para mí.

Me imagino las creencias como una cuadrícula tridemensional en el espacio. Cada uno de los ejes que la conforman, es una idea, una fe, una premisa fundamental en la vida de cada uno. Al cruzarse, se modifican, de tal forma que si una situación es ambivalente, los ejes que la atraviesan deben servir como guías para tomar una decisión, sopesando eso, teniendo en cuenta aquello. A su vez, cada uno de los ejes, aunque siguen siendo únicos y nunca pierden su unicidad, se prolongan en todas las dimensiones y se vuelven a cruzar en el infinito. Esa es la vida de uno. Situaciones atravesadas por nuestros principios. Para mí, no hay momento, no hay pensamiento que no esté o no deba estar atravesado por esos ejes. Es, para mí, lo que hace seamos consistentes con nosotros mismos, ser coherentes.

Por eso no admito que bajo una situación uno diga algo, y bajo otra, diga lo contrario. No me gusta el autoritarismo y no me gusta cuando otros son los afectados o cuando la afectada soy yo. Tengo todo mi derecho a expresarme al respecto y no debo por qué temer los efectos de haberme pronunciado. Claro, eso en un mundo de ángeles, porque hasta yo sé que uno se tiene que guardar muchas veces las cosas para evitar agrandar los problemas. Sin embargo, muchas veces no significa siempre. No me gusta el autoritarismo y puedo soportar una acción autoritaria dependiendo de qué tanto me afecte. Pero definitivamente hago oír mi voz, así sea una voz débil e insignificante, en casos como los que estoy viviendo. Y me siento mejor conmigo misma así, que si optara por callar, ceder y obedecer ante el hecho de que, total, no porque yo hable van a cambiar las cosas. No van a cambiar, pero no me he traicionado a mí misma. Después de haber dejado de creer en tantas cosas, después de haber reconstruido mi mundo con mis propias creencias, traicionarlas, es simplemente empezar a destruir mi mundo.

Mi credo
- Creo en la honestidad. En la honestidad de pensamiento, de los sentimientos y de las palabras. No mentirse; amar e incluso odiar honestamente; decir solo lo que en realidad uno cree, piensa o le gusta.
- Creo en el ser humano. Creo en su increíble e inconmensurable capacidad de crear y de destruir. Reconozco, aunque me duele, pertenecer a la misma especie responsable de Auschwitz como de las vacunas.
- Creo en la tolerancia. Creo que cada persona tiene derecho a creer en lo que quiera pero siempre respetando la vida y las creencias de los demás.
- Creo en el orden. Creo que si como seres vivientes queremos continuar en este planeta debemos acordar unas normas que nos regulen y que limiten nuestro poder destructivo hacia nosotros mismos y hacia este planeta.
- Creo en que uno debe ser coherente en las grandes situaciones y en las pequeñas.

Leo lo que acabo de escribir y aún me pregunto si estoy equivocada en creer en esos valores e ideas. Si estoy equivocada en regirme por ellos. Si estoy equivocada en defenderlos. Si estoy equivocada en creer que son valores e ideas universales y que, por tanto, no debería decepcionarme cuando veo que la gente los transa o no los defiende. A veces, como hoy, me siento miembro de una cruzada donde yo soy único combatiente. Me siento ajena a este mundo. Me siento como animal raro.

Mi madre dice que de sus tres hijos, yo he sido la más rebelde. La verdad, nunca me he sentido como tal. Solo me considero una persona de una sola pieza no importa si hace sol y si soplan vientos en contra.