miércoles, enero 05, 2005

Hacia rutas salvajes

Desde el lunes me vengo aguantando las ganas de escribir sobre este libro porque aún no lo termino. Me faltan 40 páginas de las que pretendo salir hoy. Quizá como una forma de exorcizar mis deseos de viajar, ahora ando dedicada a la lectura de libros de viajes. Antes de este fue A China en bicicleta, el testimonio de Gabriel Pernau de su viaje de Estambul a Shangai en bicicleta, pasando por algunas de las repúblicas ex-soviéticas. Ahora este de Jon Krakauer. Y me ha gustado tanto porque de alguna forma es leer sobre un sueño que creo no es solo mío: lanzarse a la carretera y llegar hasta donde las circunstancias lo lleven a uno. Luego vienen los peros porque siempre, los que no lo hemos hecho, buscamos mil y una razones para no decidirnos. En 1990 Chris McCandless (hasta significativo el apellido) lo hizo y le costó la vida. Aún así, saber que alguien fue capaz de hacerlo es una forma de apaciguar estas ganas de dejarlo todo atrás para aventurarse en lo desconocido sin temer a las consecuencias.
Tras errar (qué significados más contradictorios los de esta palabra) por el oeste estadounidense durante dos años, Chris McCandless o mejor Alexaner Supertramp decidió internarse en el Monte McKinley en Alaska para vivir allí en soledad y proveerse solo de lo que la naturaleza le pudiera ofrecer. Algunos lo califican de arrogante, ignorante y porfiado. Otros ven en él alguien que decidió renunciar a la sociedad actual para iniciar una búsqueda (¿de sí mismo? ¿de las capacidades humanas? ¿del eslabón perdido entre el hombre y la naturaleza?) y por tanto, digno de admiración.
Su aventura inicia el 28 de abril de 1992. El 6 de septiembre, tres cazadores de alces encontraron su cuerpo en descomposición en el interior de la chatarra de un bus que había sido llevado allí en los años 60 para que sirviera de refugio a los obreros de una carretera que nunca llegó a finalizarse.
Espero escribir más, algo en serio ya del libro. Por ahora baste estas frases de una carta de Chris-Alex a su amigo Ronald Franz:
El núcleo esencial del alma humana es la pasión por la aventura... No eches raíces, no te establezcas. Cambia a menudo de lugar, lleva una vida nómada, renueva cada día tus expectativas... Te equivocas si piensas que la dicha procede solo o en su mayor parte de las relaciones humanas... Solo tenemos que ser valientes, rebelarnos contra nuestro estilo de vida habitual y empezar a vivir al margen de las convenciones.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

si alguien tiene ese libro y lo quiere vender, les dejo mi mail: unalegreenesteinfierno08@yahoo.com.ar
está descatalogado

Mariló García dijo...

http://yonomeaburro.blogspot.com/2008/01/hacia-rutas-salvajes-into-wild-el.html

Sobrecogedora película donde las haya, me tendré que leer el libro

Anónimo dijo...

Increible y sobre acogedora película... Pat