jueves, julio 27, 2006

Un GPS, por favor

Las relaciones de pareja para mí han sido lo que es la selva para un citadino: un laberinto. Me pierdo. Veo que algunas personas se pueden desenvolver con cierta mayor holgura en ellas. Yo, la verdad, nunca he sabido qué hacer o qué no hacer. Si acaso es posible decir, soy una minusválida emocional. Tal que solo me las he arreglado para sobrevivir. No me ha ido mal, pero ciertamente no me ha ido bien tampoco.

No sé qué hacer. Mientras mi razón me dice que me estoy armando una película, mi intuición me dice que hay algo. Por lo general, le hago más caso a mi razón. Como ya dije, soy una minusválida emocional y en casos como este, mi intuición nunca ha sido muy certera. Mi razón me dice: "te estás armando una película, mira los hechos. Si hubiera algo, ya te lo habría dicho o se hubiera manifestado de alguna manera". Mi intuición responde: "¿y que hay de las miradas y el coincidir en algunos lugares y el estar de acuerdo sobre algunas cosas, todo eso no vale? A lo cual mi razón contesta: "eye contact siempre hay mientras estés interactuando con alguien; sobre los encuentros, tú lo has dicho, son coincidencias simplemente, no significan nada: comparten espacios públicos en los cuales con seguridad coincides con otras personas, que nunca has notado; y el estar de acuerdo en algunos temas, bueno... el estar de acuerdo en cosas tampoco significa que sea condición para la atracción; igual coincides con tus amigos en algunas cosas y no por ello hay algo". Mi intuición insiste: "Tal vez no me ha dicho nada porque es muy tímido". Y la razón contesta: "Tal vez no te ha dicho nada, porque no tiene nada que decirte". Mi intuición -a la cual se aferra con cierta esperanza mon couer- baja la cabeza y dice: "Tal vez tengas razón". "Por supuesto que la tengo. ¡Soy la razón!" "¿Y qué hago entonces?." "Nada" -responde la razón- "continúa tu vida como hasta ahora, después de todo, somos un ser solitario".

Aún así, he pensando incluso en que sea yo quien hable. E inmediatamente me digo que ni de riesgos. Yo pertenezco a la vieja escuela, sea eso bueno o malo. Las chicas no hablan primero en estos casos. Son ellos.

Aunque todo este "ritual" de miradas, encuentros, mini charlas (imaginarios o reales) agrega cierto picante a mis días y es emocionante, por decir lo menos, también envuelve un grado de ansiedad que finalmente me está afectando. Me disgusta que estoy perdiendo la atención sobre lo que ocurre a mi alrededor cuando él está cerca y que dejo de pensar con claridad. Como si mi sentido de realidad tendiera a desaparecer. Me pongo nerviosa cerca de él. No sé qué decir. O cuando digo algo, por dentro pienso, ¡¡¡pero cómo fuiste a decir eso, tonta!!!

Bueno, al menos ya cada vez está más cerca el viaje, lo que, por supuesto me alejará de él y quizá, después de esos días fuera de su área de influencia, me pueda recuperar para mí. Sí, eso es lo que necesito: estar lejos de su presencia.

Aunque... por otro lado... simplemente quisiera que él se uniera a mis días y ya...

...

Pfffff...

miércoles, julio 26, 2006

Amo en una isla o siervo en un imperio

¿Qué es mejor? Quizá la isla no tenga recursos, su peso en la política mundial quizá sea mínimo y si viene un tsunami perfectamente puede desaparecer del mapa. Así que ser amo de tal isla, en realidad pueda no resultar muy benéfico. Por otra parte, como siervo en un imperio siempre habrá cierta seguridad en cuanto a casi todo tipo de recursos y respaldo en términos protección, alimentación, educación, incluso, entretenimiento. ¿Por qué, entonces, aún así creo que es mejor la isla? Por esos vagos conceptos de la autodeterminación y la dignidad. La capacidad de si vivo, vivo bajo mis propios términos. Si muero, igual.

Mientras Chávez (con todo lo bocón que me parece muchas veces) hace tremenda gira internacional para hacer alianzas de todo tipo (políticas, energéticas, militares, etc.) para favorecer su país, mientras PDVSA se crece y entra en todos los países de la región con proyectos de gasoductos, reacondicionamientos de refinerías y, básicamente, expandiendo su red de distribución de crudo pesado, NOSOTROS, NOSOTROS, pensamos vender el 20% de la joya de la corona: Ecopetrol. OK. Le ha ido mal. Los proyectos de exploración no están dando frutos. Muy probablemente en poco tiempo no habrá con qué abastecer el mercado interno (¡como si ser productor nos hubiera servido hasta ahora para algo en cuanto a precios!). Básicamente, podría pensarse que vender acciones de una empresa que pareciera no tener futuro, sería una buena idea. Sin embargo, no.

Esa es la diferencia entre la mentalidad de amo (así sea un amito) y la de siervo. Mientras Venezuela se está pensando como imperio (sí, quiere ser grande; sí, quiere dominar en la región; sí, quiere mandar la parada); nosotros, nuestros gobernantes colombianitos tienen mentalidad de siervos y ¡quieren vender parte de la empresa más rentable del Estado! y dicen que el sector solidario tendrá prioridad (¡qué alivio! ¡já!).

Todo ese orgullito tonto que tenemos los colombianos sobre TOOOODOS los recursos que tenemos, TOOOODA la gran variedad de climas, TOOOODA la diversidad biológica, TOOOOODO eso no sirve de nada si seguimos eligiendo los gobernantes de siempre: de mentalidad pequeñita, sumisos, corto placistas y preocupados por si Estados Unidos les da venia para hacer lo que hacen o no.