viernes, septiembre 19, 2003

El presente es como agua entre las manos

Hace mucho, pero mucho tiempo no caminaba por La Candelaria. Desde los tiempos de Carlos Mauricio. Ése fue uno de los lugares que dejé de frecuentar para evadir su fantasma. Tengo que decir que lo logré. A veces lo recuerdo y me duele recordar el dolor que sentí por él. En fin... no es él el tema de este momento, sino La Candelaria y el tiempo que nos atropella.

La vi distinta: antiguas tiendas que hacían parte del paisaje como cicatrices en la piel, simplemente desaparecieron. Antiguas casas que admiraba por su arquitectura, ahora son tiendas. El cambio no me pareció mal. Sentí que era un lugar que se renovaba, sentí un lugar vivo. Entré a un café y comí un croissant de chocolate con un café. El lugar bonito, iluminado, claro, como me gusta. El croissant se veía delicioso. La música, tranquila. La atención, pésima (aquí no saben lo que es un cliente). Al final, el croissant resultó ser menos rico de lo que se veía.

Prácticamente La Gran Colombia se ha devorado la cuarta. ¿Calidad de la universidad? ¿radicalismo del rector -José Galat- que ha llevado a que lo apoyen en todos los sentidos? ¿Negocio? Ve tú a saber, pero la universidad casi de garaje de hace unos años, se transformó en tremenda universidad.

Me gustaría tomarle fotos a La Candelaria y verlas en unos años. Me gustaría tomarle fotos a la ruta que a diario tomo para venir a casa y ver cómo se transforma la ciudad... pero en fotos. Porque yo definitivamente me quiero ir. No me imagino viviendo para siempre aquí. Y no es porque me moleste la ciudad o el país, con todos los peros que pueda tener. Sino que yo me siento habitante de este planeta, no de una ciudad, no de un país. Ojalá puedan mis ojos ver muchas, muchas cosas. Creo que tengo la esperanza de encontrar al ser humano honesto de Diógenes pero me da miedo encontrar en cada rincón del planeta al ser humano que ya conozco, con quien, sinceramente me siento avergonzada de compartir la misma especie. Yo sé que se pueden ennumerar infinitos logros del hombre; como también infinitas atrocidades que ha cometido; y siento que una sola atrocidad, borra todos sus logros. En fin...

Hoy, me siento bien, con energía. El trabajo donde estoy me gusta y en parte es porque los muchachos me transmiten cierta esperanza de que las cosas pueden cambiar. Es chévere trabajar con ellos, para ellos. Y aunque me tienta la idea de especializarme en el tema y quedarme, inmediatamente me asalta la angustia y sé que quedarme es un error.

Mi día en datos: llegué tarde a la oficina. Tengo tanto trabajo que simplemente no pude trabajar. A penas alcancé a encargarme de un par de cosas. El resto las tengo descuidadas y temo que me tomen ventaja, pero es que sencillamente no puedo con todo. Intenté levantarme a las cinco de la mañana para estudiar inglés. Me pudo el sueño y el frío. Total, me levanté a las seis y media y llegué a las nueve a la oficina. Camilo me contó de los cambios en las publicaciones de los escenarios. No cambia mucho el trabajo. Me sigue afanando y más cuando aún estamos en etapa de contratación y ahora, con las relaciones que tengo con miss complejo de superioridad, pues peor va a ser ese proceso. Almorcé con Camilo, Andrés y Rodolfo. Confirmé también que nosotros, los tres, Camilo, Diego y yo, somos y hemos sido unos zanahorios, en comparación con otros.

Luego fui a la entrevista con el Grupo Tayrona. Interesante lo del voluntariado. Voy a ver si puedo hacer algo así yo también. El martes tengo almuerzo con Deiber, en la ACJ, para ver qué posibilidades hay.

Entré a la BLAA para averiguar sobre bibliografía del referendo. Llamé a mi madre para ver si nos veníamos ambas, pero no la encontré. Me dijeron que quizás ya se había ido. Pero como aún no llega (8:00 pm), creo que no se fijaron bien.

Y ahora estoy aquí. Voy a intentar adelantar algo del artículo del voluntariado. Veremos si lo logro o si me gana el viernes por la noche.

Que tengas mañana un lindo día ;)