miércoles, mayo 26, 2004

Disculpas y críticas

Hoy tuve, probablemente, la más fuerte discusión que he tenido mientras he estado en el DAACD. Fue con Deidamia García, subdirectora de programas. Este blog de cuya existencia apenas tenía conocimiento una persona, apareció -imagino- listado en un motor de búsqueda y Deidamia llegó a leerlo a través de él. Fue concebido -como sigue siéndolo- para dejar plasmado en él mi día a día. Su único lector intencionado debía ser yo. La yo de meses después, de años después. La yo, que seguramente habrá cambiado y a quien le servirá recordar lo que le pasaba en estos días y le ayudará a reflexionar qué tanto ha cambiado su forma de actuar y pensar. Sin embargo, Deidamia lo leyó y a raíz de su lectura me llamó a su oficina para expresarme su opinión sobre lo que yo había escrito. Mucho me dijo, mucho le dije. En la primera parte del blog reconozco que, en verdad, no debí referirme en los términos que lo hice de las personas a quienes menciono. En la segunda subisiste, sin embargo, el malestar que esta administración me genera. A pesar de que hace mucho no escribía y, quizás, hubiera pasado mucho tiempo más, esa discusión con la subdirectora lo amerita.

Disculpas
Me disculpo públicamente por la forma en que me expresé en este mismo blog de Lucía Bastidas Ubaté, directora del DAACD, de Patricia Jaramillo, entonces subdirectora de programas y de Luz Ángela Ramírez, jefe de planeación. Es cierto, ninguna diferencia de criterios justifica los términos en que me referí a ellas. A mí favor solo puedo decir que la ira me dominaba en ese momento, pero reconozco de nuevo, que ni siquiera bajo tal circunstancia debí haberlas tratado de esa manera. Esta es otra ocasión en que las circunstancias me demuestran que uno no debe hablar ni actuar bajo estados alterados, como la ira. De nuevo, me disculpo.

Críticas
No obstante las críticas subsisten. Insisto, no debió ser la forma, pero igual mantengo diferencias sobre la forma como la actual administración Garzón y sus mandos medios han actuado hasta el momento. Se podría explicar como errores de inexperiencia, tal vez. Es una buena justificación. ¿Acaso eso amerita callar? Meses atrás, en este mismo espacio, manifesté mi euforia (no, no era alegría sino euforia) cuando ganó Lucho las elecciones para alcalde de Bogotá y cuando el referendo de Uribe se hundió. Me sigo alegrando porque el referendo no pasó, pero la dicha porque Lucho ganó se desvaneció un mes después cuando, tras 31 días de gobierno, había visto cómo nombró a personas inexpertas en cargos importantes y no tan importantes, cuyo único mérito, después me enteré, era que eran amigos, hijos o novios de alguien que lo había apoyado en campaña o durante su vida política. Deidamia respondió a esta crítica que eran amigos de proceso. Entiendo que quien llega a un puesto directivo ubique a sus “amigos” en los cargos de confianza y entiendo que uno no debe ser ingrato, pero, primero, se esperaría que esos amigos, en lo profesional, dieran la talla del cargo en el cual fueron nombrados; segundo, ¿qué hay de los que no tienen amigos que lleguen a cargos políticos? ¿Ellos qué? Esas personas que pueden ser tan buenas como, quizás, alguien que haya ingresado por ser amigo de, hijo de, novio de. No discuto el hecho de que estos recomendados puedan ser buenos profesionales, pero qué hay de los que también son buenos profesionales y no hay quién los recomiende? Insisto, como ya lo dije en otra ocasión, me siento reviviendo tiempos del Frente Nacional y eso que soy muy joven para recordarlos, pero sí sé de ellos por mis padres que lo sufrieron, de amigos que lo vivieron, de los libros que lo registran. ¿Hemos vuelto a los tiempos en que solo los amigos de la administración de turno consiguen puesto?

La cuestión es que, como ya dije, no solo ingresaron los amigos de, el hijo de, el novio de, sino que muchas de estas personas no están profesionalmente capacitadas para el cargo para el que fueron asignadas. No solo peca esta administración por repartir cargos sin previa evaluación y selección, sino que, además, se los da a personas inexpertas o ineficaces. No se lo perdono a la derecha, pero se lo perdono menos a la izquierda porque durante años lo criticó, y es inadmisible que ahora esté actuando igual que la derecha.

Me sostengo igual en calificar como populistas, ideas como las de hacer jornadas de aseo en los barrios, de ofrecer desayunos de trabajo, de entender la seguridad alimentaria solo en términos de comedores comunitarios. Eso es, para mí, populismo. Y mi interpretación de hechos como esos es que solo están persiguiendo ampliar la base electoral para un futura candidatura presidencial (¿Serpa? ¿Navarro?) porque, en realidad, solo logran el favor de la gente sin, de hecho resolverles sus problemas. Me lo advirtieron antes de votar, pero me dije, si hace una buena alcaldía, por qué no aspirar a la presidencia? (pensaba en ese momento en el Polo, no en el liberalismo serpista). Lo justifiqué: quería creer. Pero no pienso que a través de prácticas populistas se pueda hacer una buena alcaldía.

Le dije a Deidamia y lo sostengo: esta es una oportunidad histórica y yo y muchas personas más consideran que esta administración no lo está haciendo bien. Ella piensa que sí. Ella cree totalmente en Lucía y en Lucho. Una contradicción que aún no logro entender porque aún mantengo la duda de que exista tal identidad entre el serpismo y la izquierda del Polo. Entiendo la lealtad de Deidamia. También la lealtad está entre mis principios, pero la lealtad no puede negarse a ser crítica. Mi lealtad a la izquierda, de la que aún considero hago parte (no la izquierda del Polo, eso sí) solo la puedo demostrar en este momento desde la crítica. Mi voz no es nada, ya lo sé. Este blog apenas si quizás lo volverá a leer alguien. Mis críticas no llegarán más allá de los oídos de los amigos con quienes las comparto, pero me siento mucho más fiel a mí misma y a mis principios de esta manera que defendiendo a capa y espada una administración por la que voté, sí, pero que hasta ahora no ha actuado distinto a lo más representativo de la politiquería de derecha.

Juventud
A todo lo anterior está también todo lo que me afectó a mí directamente, a mis compañeros de trabajo y al proyecto políticas de juventud. Me retuvieron mi pago en una ocasión, a mis compañeros (la mayoría de ellos) que sí son excelentes profesionales no les fue renovado el contrato (es perfectamente claro que una administración tiene la plena autoridad para decidir a quién renueva y a quién no se le renueva el contrato, pero no es fácil admitir cómo sale gente tan pila como ellos e ingresan otros que son buenísima gente, pero que les hace falta experiencia, formación, etc. y se sostiene, sin embargo, la excusa de que no hay presupuesto) y finalmente al proyecto lo acabaron. Ya han salido cuatro: Jorge Andrés González, Daniel Mora, Jorge Torres y Magali Pulido. Todos, excelentes. Me siento muy honrada de haber compartido con ellos. Mañana sale Judith Daza. El 17, yo. Luego sale Luisa, también excelente profesional. A los chicos del Polo, Isabella Tovar y Jorge Luis Rodríguez, parece que también (ya he dicho lo buenos que me parecen ellos, muy jóvenes pero muy pilos). De Patricia Cruz no se sabe, pero creo que se queda: ella tiene un hiperdesarrollado sentido del deber y del cumplimiento que, considero, la tiene en buen concepto a ojos de Deidamia. Queda Rodolfo. Queda Diego. Nadie fue contratado para asumir las tareas de quienes salieron, así que los consejos locales de juventud quedan en el aire. Se habla de un proyecto llamado “Gestores juveniles” que imagino reemplazará al proyecto. Ignoro quién se lo estará craneando si es que hay alguien.

Sobre el tema de juventud, me alegra pensar en que el cabildeo realizado por los diferentes grupos de jóvenes en el Concejo de Bogotá tuvo frutos y quedaron consignados temas claves en el Plan de Desarrollo Distrital como lo de la instancia coordinadora, el banco de iniciativas y el apoyo a la educación, entre otros. El trabajo continúa en este sentido: hay todavía mucho camino que abrir. Me alegra ver, en la mayoría de consejeros, a verdaderos representantes de la juventud capitalina. Chinos super pilos. Ojalá no se dejen ganar por los intereses personales y por las prácticas politiqueras y se dañen.