lunes, noviembre 03, 2003

Pitalito

Y bien... hace 45 minutos llegamos de Pitalito. Yo vine manejando desde Aipe. Ufff me siento orgullosa de mí. Llevo tres meses de manejar, en serio. Los diez años pasados no cuentan en realidad: ni siquiera el curso ese malo que hice de conducir. El detonante que me impulsó a hacerlo fue pensar que en Australia es obligatorio manejar para sobrevivir y viajar, claro. Así que cuando manejo, me imagino muchas veces manejando allá. Aunque es realmente emocionante manejar a través de ese verde intenso del sur del Huila. Es realmente muy lindo ese paisaje.

Resumen rápido de estos días:
Viernes: viajamos a Pitalito mi papá, mi tío Pepe, Laurita y yo. Bien, estuvo bien el viaje. Mi papá manejó primero y yo fundida todo el tiempo hasta Castilla. Luego manejé yo hasta Aipe (ya pude hacer avances sin asustarme... tanto). Luego mi tío hasta Pitalito. Llegamos como a las siete (otro tanto de ese camino, también lo dormí). Mi abuelita está increíblemente bien. Tía Flora la vi algo gordita. Además de Yolanda, en estos días las acompaña una niña Carmen o Laura Sofía (tiene los dos nombres). Es nacida allá pero criada acá, en Bogotá. Super pila, ingeniosa y cocina rico. Personas como esas son las que deberían tener más oportunidades en vez de simplemente encargarse de los oficios de la casa de alguien más.

Pequeño paréntesis para hablar de Laurita [suspiro] Esa niña, para mí era un pequeño geniecito en potencia hasta antes de que entrara a estudiar en forma. Era muy fluida para hablar, desenvuelta, amigable, y un amor en general. Alguien como ella es la que me hace dudar sobre la educación como formador e impulsador de las habilidades que cada uno tiene. No pongo en duda que para la mayoría de los niños la educación les dé una estructura y unas reglas de convivencia. Pero Laurita... no sé, si hubiera estado en un colegio distinto, si no hubiera escuchado tanto "no" adulto, esa chiquilla sería un genio. Ahora y gracias a la educación y a la "malformación" que recibirá de los adultos que la rodean (no me consta) se ha convertido en una niña común, normal, con las mismas conversaciones sosas de la mayoría de niños.

Sábado: acabé de leer "Yo, otro" de Imre Kertész. Al fin. Aquí en Bogotá no se puede leer. Allá, despaché las pocas páginas que me faltaban en un par de horas. El libro es... bueno. Aunque tiene incluso un epígrafe de Pessoa, no es como Pessoa, pero muchas frases me llegaban como las de Pessoa. Como a la base misma de mi angustia. Como a lo primigenio de mi alma. Tuve que leerlo con cuidadoy me gustaría leerlo de nuevo, de una sola sentada. A ver si alguna vez lo logro.

Mi padre asistió al taller que dicta allá. Yo lo llevé y recogí con mi tío y Laurita. Como Pitalito estaba de ferias, nos fuimos con Cecila Vargas, Gerardo Meneses y una señora Leo a pasear la feria. Algo de antropología urbana, de vez en cuando no cae mal (perdí la conexión, mejor publico ya, no sea que pierda todo).

Domingo: misa por el alma del abuelo. Aún no escucho en labios de un sacerdote razones para volver a creer y mucho menos a ser católica. Eso es puro conductismo y repetición hasta el cansancio de las mismas frases vacías que se dicen con la esperanza de que sean verdad.

Asistieron también Eliana (la liberaron el jueves pasado hace ocho días) y sus niños; Jenny, John Jairo y sus niños. Yo sinceramente pienso que ella es inocente. Que si algún crímen cometió fue no haber denunciado a tiempo. Lo importante es que está libre y con sus niños. Ese día en la tarde, en una feria exposición equina (no puedo dejar de asociar el tema de caballos finos con burros tapados en plata), Eliana me confesó que no sabe si aún quiere a Luis Humberto. Después de lo que le hizo, francamente, yo de ella intentaría dejarlo en la calle si pudiera.

Lunes: regreso. De vuelta al mundo real.

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