lunes, marzo 06, 2006

Mi credo

Fue un proceso largo el que me llevó a ser atea. Fueron años. Primero renuncié a la religión católica y, como muchos, solo escogí "creer" en un ser superior. Varias situaciones exiliaron de mí incluso esa idea. No existe Dios. Al menos eso creo. El día que tuve conciencia de ello, el día que se apoderó de mi esa convicción, me sentí sola, abandonada y con una apabullante responsabilidad sobre mi vida, sobre mi libertad, sobre mis opciones y mis decisiones. Me enfrenté a muchos otros dilemas (de tipo ético y moral), que no voy a exponer en este momento. Mi punto es que de todos modos sí necesitaba creer en algo.
La religión, creo yo, le da a las personas un norte, un sentido y una guía. Sin religión, ni Dios, yo no tenía nada de eso. Así como de la religión, dudé también de cualquier institución reglamentaria. ¿Qué me impedía entonces, salir y matar a alguien? ¿Qué me impedía atentar contra mí misma?
El proceso para concluir lo que voy a decir fue largo y no tan sencillo como podrá creerse aquí. En pocas palabras, nada me lo impedía. Sin embargo, si así como yo, todos renunciaban a la religión y a toda forma de límites, el resultado sería una situación de total de anarquía, donde la ley del más fuerte prevalecería.
Las reglas sobre las que se basan muchas religiones son tan arbitrarias como en las que se basa un estado laico. Sin embargo, este, a diferencia de aquellas, demostraba ser más flexible, menos inclinado a aceptar un "porque sí" como razón para prolongar tradiciones y costumbres, no importa cuán anacrónicas pudieran parecer. Solo los acuerdos entre humanos (no humanos con supuestos dioses) los veo yo como menos susceptibles a caer en fanatismos, como capaces de crear un espacio de convivencia. Simplista como suena, eso es una sociedad: un grupo que ha llegado a acuerdos para que todos puedan vivir. Todos.
Mi siguiente conclusión es aún más simplista porque se salta todo el proceso histórico que llevó a reconocer las naciones, a conformar los Estados y a definir algunos tipos de gobierno, entre los cuales la democracia, como dijo Churchill, es el peor con excepción de todos los demás.
En pocas palabras, mi orfandad de religión y mi reconocimiento de la necesidad de un marco que regule las relaciones entre los seres humanos me llevó a creer firmemente en las leyes y en la verdadera democracia. No en esta farsa de democracia que se vive en Colombia. No. Sino en un tipo de gobierno donde, de verdad, la población se rija a sí misma. Los que saben dicen que eso jamás ha existido. Que quizá solo en las ciudades-estado griegas. Sin embargo, luchar por alcanzar una situación parecida creo que vale la pena.
Si yo tuviera un credo, podría comenzar con:
Creo en la ley.
Creo en un Estado Social de Derecho.
Creo en la capacidad del Ser Humano para crearlo.

Algo así...