Contaba mi abuela Isabel que mi abuelo Carlos y su hermano Carmen Julio tuvieron que huir de Floresta, Boyacá, por ser liberales en un pueblo eminentemente conservador. Eran los tiempos de la violencia partidista entre liberales y conservadores. Alrededor de los mismos años, mi abuela Ana con mi padre en brazos, iniciaba un largo recorrido en caballo y luego en canoa desde Pitalito, Huila, hasta Leticia, Amazonas, para reunirse con mi abuelo Joaquín quien había encontrado refugio allí de la violencia que también lo había sacado de su tierra , también por ser liberal.
Yo, entonces, soy descendiente de esos primeros desplazados de una violencia que ha azotado al país por más de medio siglo.
Mi abuelo Carlos jamás regresó a Floresta, perdió sus tierras, y después de aventurar por tierras llaneras, terminó en la capital donde conoció a mi abuela Isabel. Mi abuela Ana y mi abuelo Joaquín regresaron al Huila. Años después mi padre emigraba a la gran capital a buscar las oportunidades de estudio que no se encontraban y aún escasean al sur del Puracé. Años después yo salí del país desgastada por la violencia que aún azota al país.
Mis abuelos todos ya murieron sin ver un día de paz en Colombia. Yo nací al año siguiente del nacimiento del M-19, cuando el narcotráfico empezaba a tomar fuerza y aún no conozco cómo luce un día de paz en Colombia. Para quienes nacieron en este siglo, el M-19 ya es historia gracias al proceso de paz durante el gobierno de Virgilio Barco, el narcotráfico es algo que se ha extendido a los países vecinos y tampoco saben lo que es un día sin conflicto armado en Colombia.
Tres generaciones. Vamos para un siglo de conflicto.
El M-19 se desmovilizó y Colombia no se convirtió en comunista. Incluso algunos de sus antiguos líderes como Rosemberg Pabón llegaron a apoyar a Álvaro Uribe. Otros, más inteligentes, han dado ejemplos de excelentes capacidades administrativas como Antonio Navarro Wolf.
Tras 24 años de desmovilización del M-19, Colombia sigue siendo el mismo país conservador de siempre. Ni todos los Navarro Wolf o Petros han logrado cambiar eso.
Toda mi apuesta por Santos se basa en un deseo de paz. No espero que al día siguiente de que se desmovilicen las FARC, la paz descienda sobre Colombia. Pero al menos ya estaríamos enrutados. Como dicen, la paz no solo es ausencia de guerra.
Este tipo de negociaciones demandan establecer altísimos niveles de credibilidad y confianza entre las partes involucradas. Tras tantos años de enfrentamientos que han causado pérdidas, rencores y odios de ambos lados, lograr que enemigos se sienten y se crean, es muy muy MUY difícil. Lo intentó Pastrana, sin resultados.
Santos ya lleva recorrido ese camino. Faltan aún dos de los cinco puntos por negociar en la agenda en discusión. A pesar de los avances, no significa que el resultado final sea un acuerdo. Para alivio de quienes aún ansían la guerra, estas negociaciones todavía pueden fracasar.
Votar por Zuluaga es prolongar el conflicto. Hay quienes dicen que a las Farc ya las teníamos arrinconadas, que faltaba poco para acabarlas. Eso lo vengo escuchando desde que tengo uso de razón. Votar por Zuluaga es votar también por la ilegalidad. Y no, el fin NO justifica los medios. Y NO, quienes creen que están a salvo de los actos ilegales en los que incurrió Uribe y en los que ya incurre Zuluaga porque están en el mismo bando desconocen que este tipo de estructuras criminales terminan persiguiendo a sus propios seguidores porque entre ellos solo la deslealtad, la desconfianza y la traición reinan. Nada impide que ustedes mismos sean víctimas de acusaciones falsas. Y cuando el imperio de la ley se subvierte, el juicio y la sentencia no provienen de jueces sino de verdugos.
Cualquier otro candidato tendría que volver a andar el camino ya andado. Y eso toma tiempo. Esto no es como remplazar un bombillo con otro.
Si ese día llega. Si llega el día en que las Farc se desmovilizan, no va entrar un ejército rojo por las calles de Bogotá, ni la canción La Internacional va a remplazar al himno nacional. No. Vamos a enfrentar un reto mucho más grande y casi avasallador: vamos a tener todo un país para reconstruir, para crear. Todos. No solo el presidente de turno.
'El arte de la fuga según Mr. Nooteboom'
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