Ayer llegó de visita el director del Instituto Mexiquense de Juventud, César Nomar Gómez Monge. El contacto inicial y la visita en concreto, se realizaron a través de Bogotá Joven, el sitio del proyecto. Muy interesante poder compartir con él cuál ha sido el proceso en México: desde la creación de la ley de juventud hasta los detalles de funcionamiento del Instituto. Cosas envidiables: la estructura tan bárbara que tienen (200 personas trabajando con el instituto, 60 de ellas son de planta –servidores públicos-) y el presupuesto con el que cuentan (2% del presupuesto del Estado de México). Descartable: el manejo institucional del tema (la aproximación al joven y su condición es muy estatal, con nula participación del propio joven) y la forma tan política como se mueve (él tiene claro que es del PRI, que solo va a favorecer a la gente del PRI y que todo lo que él haga durante su gestión va dirigido a favorecer la reconquista del poder por parte del PRI, en las próximas elecciones presidenciales –cualquier parecido con la realidad distrital es pura coincidencia-). Lo que me lleva a pensar dos cosas: hay que trabajar más profundo sobre la idea de la instancia coordinadora en el distrito (si debe depender de otra entidad ya existente o si debe crearse una nueva y exclusiva para el tema), cuál debe ser su estructura, funciones, alcances, etc. Y, dos, parece que la regla general es que quien llega a la administración de una ciudad o un país, llega es a favorecer a su partido y a sus amigos. Yo tenía la ilusa idea de que si alguien asumía la administración de una ciudad o de un país era para gobernar para todos, no para sus amigos, no para su partido, pensando en conseguir el bienestar de todos. No en oprimir al opositor por el simple hecho de ser el opositor, y de enaltecer al compañero por el simple hecho de pertenecer al mismo partido. Aunque, a veces, y como está sucediendo aquí, ni siquiera se entienden los propios del partido y cada uno pretende tener más protagonismo que los demás. Lo que hace que todo se convierta en un desmadre. Me dijeron que en S. de Gobierno ya hay varias personas tienen en sus cubículos la frase: “preferimos una derecha organizada, que una izquierda improvisada” a lo que yo añadiría “y rencorosa”. No, no prefiero a la derecha, pero sí me llamó la atención la frase, sobre todo porque sé que muchas de esas personas votaron por esta administración. Nunca en una discusión con alguien de derecha me movieron un centímetro de mi creencia en la izquierda. Tuvo que llegar alguien de la izquierda para que eso sucediera. No puedo decir que soy de derecha, pero definitivamente ya no puedo decir que sea de izquierda. La izquierda que veo piensa más en militancias y cuadros que en justicia social, a la cual parece solo entender en términos asistencialistas y populistas. En Colombia y en México. Y la derecha habla de la salud de la economía como si fuera un cuerpo viviente y se olvida de que la vida está en otra parte. No puedo decir, tampoco, que soy apolítica, porque sí me interesa la política pero entendida en sus términos originales: la de cómo gobernar bien una ciudad, un país.
Como este blog, parece, dejó ser el medio para canalizar mis energías que originalmente era y se convirtió en un sitio visitado por otros, he decidido reinstalar la función de comentarios para que puedan expresarse en forma más o menos directa quienes, al menos, tengan claro que hablar de frente es opuesto a enviar mensajes a través de terceros o con indirectas pueriles. A menos, por supuesto, que por “hablar de frente” se estén refiriendo al Frente Nacional, caso en el cual es perfectamente clara la alusión.
'El arte de la fuga según Mr. Nooteboom'
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